Una apasionada instructora de baile y especialista en crecimiento personal. Mi travesía desde Cuba hasta Suiza fue una experiencia transformadora que me condujo hacia el poder del amor propio y la superación personal.
Viví durante mucho tiempo en relaciones tóxicas que minaron mi autoestima y debilitaron mi bienestar en todos los sentidos. Buscar validación externa se convirtió en una constante en mi vida, y caí en patrones emocionales destructivos. Sin embargo, todo cambió cuando finalmente tomé el control de mi destino. Debo decir que esta no fue una tarea fácil, ya que en ese entonces, mi mente estaba profundamente «dañada». Permíteme explicarte a qué me refiero más adelante.
Mi historia comenzó en Cuba, donde enfrenté dificultades desde temprana edad. La pérdida de mi padre cuando tenía tan solo 8 años y la relación problemática de mi madre con mi padrastro marcaron mi infancia. A los 10 años, mi madre se casó y se fue a vivir a la capital, y yo me quedé con mi tía, hermana de mi madre. Mi tía fue una figura amorosa en mi vida, y lamento decir que falleció hace unos años.
Comencé a priorizar mi bienestar y a escuchar mi voz interior. Poco a poco, mis hábitos empezaron a cambiar y mi vida comenzó a transformarse. Lentamente, sané las heridas más profundas y logré liberarme de las cadenas emocionales que me ataban. Aquí, aprendí a superar mi pasado y a tomar las riendas de mi vida.
Hoy, a mis 50 años, vivo en una relación saludable y plena. A lo largo de mi camino, desarrollé lo que llamé el método RITMO (Reencuentro, Introspección, Trabajo, Metamorfosis y Objetivo), una herramienta que me permitió liberarme de esas cadenas emocionales y sincronizar mi ser interno con la vida plena y amorosa que siempre había anhelado.
La independencia se convirtió en mi refugio, y a través del ejercicio, el baile y la natación, encontré formas de mantenerme en movimiento tanto física como emocionalmente.
Sin embargo, a pesar de mi fortaleza, algo dentro de mí seguía incompleto. Buscaba el amor de un hombre, creyendo que eso llenaría el vacío que mi padre dejó en mi corazón debido a su partida inesperada. A los 20 años, entré en una relación con un hombre casi 20 años mayor que yo. Él se convirtió en mí «TODO», lo idealicé y busqué en él el amor que nunca tuve la oportunidad de recibir de mi padre. Nos casamos y tuvimos a nuestra primera hija.
Con el paso del tiempo, aunque no tenía la mejor relación con mi esposo, ya que iba y venía a casa cada 6 meses, le dije que quería que mi hija creciera en un mejor lugar, por lo que teníamos que irnos de Cuba. Yo ya estaba embarazada de mi hija menor.
¿Te gustaría aprender a liberarte de las cadenas emocionales que te mantienen atad@ a relaciones que no suman en tu vida? Te presento mi programa
«Encuentra tu Ritmo»
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